viernes, 20 de marzo de 2015

El sistema monetario internacional bajo la lente de la protesta social

La protesta social como escenario necesario de pulsiones institucionalizadas y de pulsiones mucho más trasgresoras y espontáneas





























El sistema monetario internacional bajo el lente de la protesta social

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Entre las muchas veces difusas y complejísimas aristas entre las cuales se desenvuelven las políticas y las reestructuraciones del Fondo Monetario Internacional, o de las distintas instituciones que conforman el Banco Mundial, rara vez encontramos frenos sociales o resistencias o protestas de gran peso y trascendencia que hagan declinar o revertir algunas de dichas políticas y reestructuraciones. Ahora bien, acerca de la protesta social, bien podemos decir que en un escenario social envuelto en una compleja red de luchas y tensiones entre grupos o en el plano más común de lo cotidiano y la normalidad, existe una serie de marcos, ideas o contextos por los cuales una protesta social puede llegar hoy por hoy a ser aceptada, o rechazada o incluso criminalizada. De igual forma, existen entidades, grupos, discursos e instituciones sobre los cuales se prefiere hacer recaer una protesta, como por ejemplo un gobierno local o un determinado decreto. Partiendo de allí, en el presente texto hablaré brevemente acerca de los Acuerdos de Bretton Woods de 1944 y de cómo muchas protestas han tenido una “causa invisible” en contra de dichos acuerdos, o en contra de acuerdos similares, aun sin que los actores participes estén totalmente conscientes de ello. Una “causa invisible”, a decir verdad, en contra de ciertos patrones y esquemas estructurales que mantienen y reproducen cada día fuertes desigualdades.



Un mundo globalizado y con una desigual jerarquización productiva y financiera internacional, es un mundo que tiende a reconocer el derecho básico de la protesta social al mismo tiempo que la reprime, la complejiza y en muchas ocasiones, incluso, la criminaliza. La protesta social, de hecho, posee esa ambivalencia, ese doble y antagónico entendimiento. La protesta social, además, ha sido desde los inicios de la civilización la máxima expresión del descontento y la resistencia y su fuerza transformadora ha sido motor de cambios realmente únicos y significativos. No obstante, hoy en día vivimos en un mundo con una dominación no solo de tipo vertical, sino horizontal (Tedesco: 2012), un mundo con distintos tipos de capital y estructuras de poder, de ahí que se protesta, pero los aspectos o, más bien, los entes concretos contra los que hay que protestar, ya sean estos de índole física o discursiva, ya no son tan fácilmente identificables como en los tiempos de antaño.


Sucede entonces, de esta forma, en el ámbito continuamente dinámico de lo social, algo muy semejante a lo que Vanessa Bravo (2012) afirma que sucede con la red y la información digital, es decir, que existen nodos, los cuales, independientemente de su localización territorial, se conectan entre sí a través de una miríada de pasos y relevos. De esta forma, la información viaja a través de los diferentes nodos sin establecer distribuciones jerárquicas verticales a priori y, cuando lo hace, está el problema ya mencionado líneas atrás de los relevos. Debido a ello, el poder se despliega en forma de redes que se interconectan y se relevan, por lo que a veces es difícil identificar la entidad estructural concreta ante la cual hay que desplegar una determinada protesta, la cual, cabe decir, no es otra cosa más que la expresión del descontento en un mundo que se caracteriza por su desigualdad en los sistemas productivos, en lo jurídico e incluso en lo cultural y educativo. Por otra parte, no hay que olvidar lo que nos dice David García Casado (2010), que la resistencia social en nuestras sociedades se ha homogeneizado y ha perdido mucha potencia a causa de las nuevas y más sutiles formas de represión del mundo de hoy, caracterizadas no ya por la usurpación o trasgresión directa de los derechos fundamentales de los individuos sino por la contención y homogeneización de sus pasiones.




Por otra parte, parece ser una tendencia del mundo contemporáneo, y dentro de la esfera de la opinión y la deliberación pública, identificar ciertas ideas y problemas estructurales con el carácter, los errores y las vivencias de una persona en concreto. Así, si la motivación que lleva a la protesta es la pobreza o algún programa público o social en concreto, se protesta contra un alcalde determinado y no contra las situaciones estructurales mismas o los entes más grandes y generales que promueven dichas situaciones. De esa misma forma, muchas personas identifican ciertas ideas e incluso una gran cantidad de prejuicios con grupos bastante específicos, se identifican por ejemplo las ideas marxistas con ideas de coacción o negación de la libertad sin siquiera haber revisado en lo más mínimo el detallado análisis social y el grupo de conceptos ampliamente trabajados e interconectados que se encuentran en obras de gran peso y profundidad como las de Marx.


Pero la situación va más allá de ello. Hoy en día en las redes sociales como Facebook, por ejemplo, parece ser tendencia el que no se hable a manera de crítica de los partidos políticos y sus programas sino, en su lugar, de los políticos mismos. Así, se despliega ante ellos, es decir, ante los políticos, una gran cantidad de prejuicios e ideas no menos afines, clara muestra, por supuesto, de que la llamada “sociedad del espectáculo” ha permeado incluso la forma en la cual resistimos ante los nodos biopolíticos y las estructuras de poder más opresivas. De hecho, muchas personas y grupos hacen de las protestas un espectáculo, de forma que el hacer valer los derechos más fundamentales, algo de por sí bastante clásico, está comenzando a parecer un tanto monótono y repetitivo. Siendo así, el panorama más oscuro es el de que toda sociedad que menosprecie culturalmente la defensa de los derechos más fundamentales, estará condenada sin duda a que estos les sean trasgredidos constantemente. Claro, defender los derechos como la honra, el trabajo, el buen nombre, y el mismo derecho a la huelga, debe ser algo esencial no solo dentro del espacio jurídico y la evolución constitucional sino dentro del mismo ámbito cultural.


En dicho orden de ideas, algunas de las soluciones a modo de propuesta ante la complejidad de lo anterior, serían, en primer lugar, tratar, en la medida de lo posible, de llevar la protesta y la resistencia a factores o a enclaves discursivos mucho más estructurales, factores o enclaves que si cambiaran en verdad cambiaría con ello un determinado estado desigual de cosas. En el presente texto, mencionaré, por tanto, y a modo de ejemplo, los Acuerdos de Bretton Woods de 1944. Acuerdos que fijan y regulan condiciones estructurales en el mundo muy específicas, unas situaciones ligadas al denominado “sistema financiero internacional”.


Sin embargo, cabe anotar antes un aspecto importante sobre la ambivalencia de las protestas de hoy en día. Por una parte se dice que los derechos colectivos como el de la libre movilidad no pueden ser pisoteados por las protestas, de modo que partiendo de allí los gobiernos suelen en la actualidad trasladar la responsabilidad de las protestas a los ciudadanos que llevan a cabo dichas prácticas (Personería de Medellín: 2011). Por otro lado, el respaldo de los gobiernos no necesariamente está hoy por hoy con los grupos oprimidos que protestan, no olvidemos que en la actualidad la juridicidad y las leyes son instrumentalizadas por los grupos más poderosos (Barbero: 2010), una práctica bastante corriente. Obviamente las protestas deben siempre procurar respetar el derecho ajeno, eso es algo fundamental, pero, no obstante, el tratar de ordenarlas e institucionalizarlas ya es quitarles fuerza y, por otra parte, hacer difusos tanto el sujeto de responsabilidad social de la misma protesta como el sujeto que protesta y el sujeto mismo ante el cual se protesta.



Sobre los acuerdos de Bretton Woods de 1944 y la oposición al sistema


Entre el 1 y el 22 de julio de 1944, es decir, a finales de la Segunda Guerra Mundial, se realizó en el famoso y elegante complejo hotelero de Bretton Woods, una reunión que reestructuraría la economía del mundo. En dicha reunión se creó el Fondo Monetario Internacional ((FMI) y el Banco Mundial, y, de igual forma, se adoptó el dólar como patrón de cambio principal del planeta en el ámbito monetario y financiero. De esa manera, el gobierno estadounidense, que en dicha reunión poseía prácticamente todas las capacidades de decisión para poder imponer con gran facilidad cualquier idea que tuviera, impuso su moneda y con ello toda una visión y división de lo que debería ser la economía mundial. La reunión en sí misma es muy poco analizada dentro de la historiografía y las ciencias sociales, ya que los hechos militares y las ideologías en disputa durante la Segunda Guerra Mundial tienden, por lo general, a robarse todo el protagonismo de la época.


El hecho es que se desconoce un poco que en dicha reunión se analizaron dos puntos de vista distintos. Uno era el que acabó triunfando, que era la propuesta de Harry Dexter White. Es decir, la de sustituir el patrón oro por el dólar, equilibrando de esa forma todo el mundo a favor de Estados Unidos, centro indiscutible en el momento de gran parte de la industria global. La otra, que se sepa, era la propuesta inglesa diseñada por John Maynard Keynes. Esta última contemplaba la creación de un organismo internacional de compensación, el cual se encargaría de emitir una moneda internacional (El Bancor), mediante la cual los países con excedentes financiarían a los países deficitarios. Esta última opción, en principio, podría ser mucho más justa y equitativa. Podría haber evitado la honda diferenciación internacional productiva y financiera que hoy existe. Claro, hoy se sabe que inclinar las políticas financieras internacionales hacía una moneda determinada favorece que las inversiones y en general el fuerte económico se concentre en un lugar muy específico, provocando que exista así una periferia mundial con poca ventaja competitiva.


Partiendo de lo anterior, no podría jamás, por tanto, ser una medida de solución al problema de la periferia inclinar el sistema financiero hacia una nueva moneda como por ejemplo el Yuan chino, no olvidemos que la economía china es por hoy sumamente fuerte, que ha hecho últimamente grandes préstamos a países de Latinoamérica, y que, de acuerdo con expertos en el tema como Michael Snyder (RT: 2015), China no tiene previsto vivir en un mundo dominado por el dólar demasiado tiempo. No obstante, tener el Yuan u otra moneda como la principal solo crearía una nueva periferia y con ello nuevas desigualdades. En mi opinión, una medida económica como la que contemplaba Keynes era mucho más solidaria y cooperativa, sin embargo, terminó imponiéndose el modelo estadounidense ya mencionado.


No hay un terreno hoy por hoy que sea tan controlado y tan restringido por los países más poderosos como el terreno financiero. El dólar ni siquiera requiere en la actualidad que Estados Unidos posea una gran reserva de oro, simplemente funciona como patrón internacional por la misma confianza que se supone que dicha moneda brinda. Y dicho panorama reestructura el mundo, como ya ha sido apuntado líneas atrás, creando así una periferia. De dicha forma, si gran parte de las protestas se debe a la situación de pobreza y desigualdad en los países que conforman dicha periferia, entonces, gran parte de dichas protestas posee lo que podría llamarse una “causa invisible”, o por lo menos no explicita, en contra de acuerdos que reestructuran el mundo y la economía como los de Bretton Woods de 1944.


Quizás con el tiempo haya movimientos sociales en contra de los grandes factores estructurales y en contra de algunas de las políticas de los organismos supranacionales como el Fondo Monetario internacional (FMI), que por ser supranacionales, son de esos organismos que son difíciles de identificar por el descontento de la opinión pública. Los movimientos sociales parecen ser el futuro, pero parece que los grandes organismos de poder ya comienzan a organizarlos e institucionalizarlos para que las tecnologías de poder puedan en todo momento controlarlos en la medida de lo posible. Sin embargo, muchos movimientos sociales siempre tendrán una dinámica humana bastante espontánea. No olvidemos lo que al respecto nos dice Matias Aretze (2011) citando a Shuster:

Así, los nuevos movimientos sociales son caracterizados por la espontaneidad y por objetivos de movilización que integran “nuevos problemas” por los cuales movilizarse: género, derechos humanos, ecología, etcétera. El eje del análisis se traza sobre la conformación particular de identidades que, mediante el involucramiento personal y afectivo, se constituyen como organizaciones –identidades colectivas– con cierta continuidad en el tiempo y extensión en el espacio (Schuster, 2005: 48). Por otra parte, la escuela norteamericana retoma las acciones colectivas de protesta.

Cabe finalizar diciendo que en el presente texto no se busca llamar a protestas o de situarlas por encima de la importancia del orden público, sino identificar la importancia que estas tienen y deben tener actualmente y la importancia que han tenido a lo largo de la historia. También se trata de que las protestas se transformen poco a poco, que no pierdan potencia y fuerza capaz de cambiar la sociedad, que sean capaces de identificar grandes factores estructurales y movilizar a la población oprimida. La sociedad y la civilización en sí mismas son muy complejas y siempre habrá, por tanto, pese a los grandes logros que por hoy tenemos, algo que se pueda cambiar, algo, por pequeño o grande que sea, que se pueda mejorar en pro de un mayor bienestar para todos.


Bibliografía:

Aretse, M. (2011) Las acciones colectivas de protesta y el conflicto social en la Argentina de 1990: Apuntes sobre sus caracterizaciones. Sociohistórica (28), 107-129. En Memoria Académica.

Barbero González, Iker, (2010), Hacia modelos alternativos de ciudadanía: Una análisis socio-jurídico del movimiento Sinpapales. Tesis Doctoral Europea 2010, Universidad del País Vasco.

Bravo Nieto, Vanesa (2012), “¿Seguridad o control en la red?: un análisis del ejercicio del poder y la resistencia en los entornos virtuales a través de los medios de comunicación”. Vol. 6 (1) 2012 [ ISSN 1887 – 3898 ] Intersticios: Revista Sociológica de Pensamiento Crítico: http://www.intersticios.es 145-163.

García Casado, David (2010). La resistencia no es modelo sino devenir. Crítica de lo radical contemporáneo. Revista Estudios Visuales.

Personería de Medellín (2011). PROTESTA SOCIAL: ENTRE DERECHO Y DELITO*. Revista Kavilando. V2 Nº 2 Jul- Dic 2010 P. 113 P. 212 ISSN: 2027-2391 Medellín-Colombia.

Tedesco, Juan Carlos (2003), “Los pilares de la educación del futuro”. Debates de educación, Barcelona, Fundación Jaume Bofill, Universitat Oberta de Catalunya, 2003 [http://bit.ly/XIIAb0], fecha de consulta: 12 de diciembre de 2012.

Referencias tomadas de Internet:

Wikipedia: Acuerdos de Brretton Woods: http://es.wikipedia.org/wiki/Acuerdos_de_Bretton_Woods.

RT: (2015). China: Todo listo para dar jaque mate al dólar y establecer una nueva moneda mundial.http://actualidad.rt.com/economia/168148-china-dolar-eeuu-moneda-mundial.



Enlace: http://ssociologos.com/2015/03/13/el-sistema-monetario-internacional-bajo-el-lente-de-la-protesta-social/



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